Texto publicado en El Informador “Edna” (2021), de Eryk Rocha, es el retrato de una exguerrillera que combatió en la Guerra dos Perdidos contra la dictadura militar en Brasil durante los años setenta. Los soldados desplegaron sus cuadrillas para quitarles tierras a los habitantes del Amazonas. Aunque Edna en particular logró sobrevivir, fue encarcelada y torturada junto a otros campesinos. Al igual que la selva, la piel de Edna todavía conserva lesiones de aquellos tiempos. Carreteras y cicatrices, deforestación y traumas son además de marcas del pasado, heridas abiertas. Por eso una frase recurrente de la película es “la guerra nunca terminó”. Así, la historia se hace latente. El viento que mece las telas, la voz en off que susurra una canción de cuna y el blanco y negro de la imagen, evocan una sensación de nostalgia. No obstante, no es añoranza del pasado lo que siente la protagonista, sino la necesidad de escapar a sus violentos recuerdos. La tranquilidad de la imagen y...
Texto publicado en Icónica, pensamiento fílmico Hay un lugar común en la crítica cinematográfica que nos previene de cometer dos errores peligrosos: –No critiques de acuerdo a cómo te gustaría que fuera una película, sino critica según lo que la película es –advierten con ojos fulminantes los obispos de la integridad fílmica. Considero que dicho mandamiento nos previene contra la imaginación centrí fuga y el pensamiento nómada , dos errores que son mejor dicho aciertos. Carlos Pereda acuñó la idea de imaginación centrí fuga –y de pensamiento nómada – para referirse a una lectura que fantasea. No existe la sobreinterpretación, apunta el filósofo, sólo lecturas que se fugan. Toman como punto de partida una obra artística y articulan nuevas palabras a partir de ella. Un ejemplo paradigmático de la imaginación centrífuga es el Quijote, ese personaje que tomó las riendas de su vida para sacar los libros a cabalgar. Contrapuestas a la imaginación cent...
Texto publicado en Este País Estudié una carrera en teatro, aunque mi sueño de la infancia fuera estudiar cine. Ahora que terminé la licenciatura, el anhelo por lo fílmico volvió a mí, sólo que entrar al mundo del cine no es tan fácil. Es como si debiera desprenderme de la escena para abrazar la imagen, pero eso me resulta muy extraño. Tan extraño como ver una película de Akira Kurosawa. No obstante, eso es lo que hago, el canon dice: si quieres estudiar cine, debes ver a Kurosawa. Nunca he entendido la fascinación que hay por ese director. Los actores de sus películas gritan demasiado, los personajes son poco afectuosos, la acción se sitúa en un tiempo y un lugar muy distantes: la época medieval japonesa. Decido ver Ran (1985) porque es una adaptación de El rey Lear de William Shakespeare, una obra de teatro que disfruté mucho leer, sobre todo por el bufón, un personaje chistoso y elocuente. Pensé que con esa película por fin Kurosawa me p...
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